Una noche de abril
Una noche de abril
Noche de llanto, de ansiedad de duda, con dolor físico y mental.
Veo mis ataduras, mis cadenas.
En el intento de romperlas me hago daño y hago daño.
Se rompe el cristal de la vida y los espejos en los que me veo reflejado.
Me duele.
Lucho.
Tiro para adelante pero casi no puedo más.
Veo, alrededor de mi locura , el desmadre, la vejez, el sinsentido.
Noche oscura. Miedo extraño, miedo curioso.
Amo, amo a todos los seres pero también siento rencor y mal sentir hacia los que e hacen daño, los que pasan de todo, los que no hacen o los que hacen demasiado.
Esta ambigüedad me pone a la deriva en medio de la tempestad.
El mundo no es como yo quisiera y no se bregar con esto, soy egoísta sin serlo y me confundo.
Y en medio de esta tormenta me levanto, bebo agua, mucha agua y busco entre mis libros de espiritualidad.
Me aparece un texto de Sinavananda "El pensamiento y su poder”, lo leo, me toca, me calma.
De pronto llega la luz, la paz.
Este es mi monasterio.
Estoy en el proceso doloroso de cambio de piel.
Oigo los cantos de sirena, los ruidos de la selva, el “no” silencio de la vida.
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